Y por un instante, se detuvo.
Tomó aire.
Y recordó
que una vez fue niño/a.
Que descubrió montañas.
Que se bañó en el mar,
saltando las olas.
Que la luna le vio jugar.
Que el sol doró su piel.
Y que no necesitaba wifi
para todas las cosas importantes de la vida,
como para los abrazos,
como para sonreír.